Cuando hablamos de un ambiente emocionalmente seguro para nuestros niños, es importante destacar dos aspectos claves para lograr esto: las rutinas y los límites. Ambos van de la mano y, tanto en el contexto de la familia como en el del colegio, ayudan a que los pequeños y jóvenes se aprendan a organizar, sean cada vez más independientes del adulto, se sientan seguros con lo que va a suceder, desarrollen habilidades para la vida y puedan auto regular sus emociones.
La rutina diaria tanto para niños y adultos es fundamental para poder funcionar de forma organizada, con un menor desgaste de esfuerzo y energía. Tener claro qué va a suceder en nuestro día a día y lo que esperan de nosotros, facilita que automaticemos acciones y respondamos de manera eficaz a la demanda del medio. Si pensamos, por ejemplo, en la rutina de la mañana, cada uno de nosotros ya tiene automáticamente unas acciones claras que realiza desde el momento en el que se despierta, sin tener que pensar para planear y ejecutar cada una de ellas. Si tuviéramos que pensar cada día una rutina nueva, sería muy desgastante y poco eficiente, igual le pasa a los más pequeños.
La rutina diaria proporciona un marco para los sucesos del día; esta divide el día en momentos reconocibles para los niños y las acciones que esperamos de ellos en esos momentos. El ser consistente en esas rutinas les ayuda a prepararse y aprender las diferentes habilidades que debe desarrollar para cumplir con las tareas que se le puedan presentar a lo largo de la vida.
Para padres y maestros es importante no perder de vista que es responsabilidad de los adultos organizar unas rutinas claras y planeadas, de acuerdo al nivel de desarrollo de los niños, rutinas que les permitan planear su cotidianidad y predecir lo que va pasar; esto les genera tranquilidad y control sobre lo que va suceder. También a través de las rutinas aprendemos a planear y a evaluar nuestros tiempos de respuesta y habilidades, aspectos importantes de nuestro desempeño en general. Además, practicamos y ejercitamos nuestra paciencia, rapidez, dedicación y esfuerzo, al tiempo que trabajamos sobre nuestros niveles de atención.
Otro aspecto fundamental son los límites que se entienden como una política o lineamiento que se establece para la seguridad, el bienestar del niño y de los demás miembros de la familia. Un límite, es uno de los actos de amor y cuidado más importante que tenemos con nuestros hijos. A través de los límites enseñamos la forma adecuada de comportarse, enseñamos acerca de nuestros valores, enseñamos la forma apropiada de cuidarse y permitimos que nuestros niños y jóvenes estén tranquilos, porque saben qué esperamos de ellos y puedan asumir la responsabilidad de sus actos.
Como padres y maestros tenemos que saber que el valor de educar está en el compromiso de participar en la formación de personas libres y responsables de su destino lo cual requiere de toda nuestra dedicación y amor para brindar espacios de aprendizaje seguros.